sábado, 14 de marzo de 2009

Alianzas Electorales: "¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?"

Alianzas Electorales:

“¿Andarán dos juntos, si no están de acuerdo?”
La Biblia

La conformación de alianzas electorales que se perciben como instrumentales solo a los efectos de acceder al poder sin mediar un proyecto superador de país a largo plazo, vuelve a ser la norma, y no la excepción, en el escenario político que se avecina.

Si se enfoca la política desde lo moral, resulta inmoral “correr los límites morales personales” de acuerdo a la coyuntura particular.

Y por lo menos, curiosas, las alianzas entre dirigentes que piensan diametralmente opuesto, en medio de un escenario institucional en donde un vicepresidente se opone a la presidente, y aparece a su vez, como actor central en el partido del que se fue, partido que a su vez propone una “amnistía” para todos los dispersos que abandonaron sus filas. En este sentido, la sentencia bíblica que sub intitula este artículo, prefigura proféticamente un final anunciado.

Sería saludable que las bases partidarias pusieran empeño en renovar sus filas, promoviendo a la nueva dirigencia a los lugares de toma de decisión, (rescatando los valores fundantes de los partidos históricos de fundamental importancia en nuestra vida democrática), en vez de salir a competir a la escena nacional, con los “maestros del reciclaje”.

Que se conformen alianzas “al solo fin de” no es novedad. La novedad en este caso es que las diferencias, que antes se velaban a través del recurso discursivo, ya no se esconden. Pero no importa: las ideas y las palabras pasan a segundo plano cuando lo que une es el espanto y no la virtud.

Será interesante corroborar, si la ciudadanía legitíma en las urnas, esta peculiar forma de concebir y hacer política, que para desgracia nuestra, se vuelve cada día más común.

Lo que subyace a todo este panorama, y se constituye en un problema central de nuestra actividad política, es la profunda crisis de partidos por el que atraviesa nuestro sistema institucional. Los partidos de ideologías pesadas que conformaban los lazos de identidad militante y representaban el pensamiento de sus adeptos y simpatizantes a través de un programa que se plasmaba en propuestas concretas, coherentes y de acción política afín a dicha ideología, han dado lugar a una atomización de la oferta electoral, basada en un creciente fenómeno de personalización de la política, que utiliza como recurso principal, a los medios masivos de comunicación. Así el único “programa” que pasa a tener importancia, es el “programa televisivo”, y el pragmatismo aideológico se constituye como la herramienta ideológica a fin de captar la mayor cantidad de votos posibles.

¿Es este el énfasis en la construcción de una racionalidad política posmoderna al que tendremos que ceder, o es viable aún rescatar el fundamento ideológico de los partidos históricos?

Posiblemente, convivamos largo tiempo con esta tensión.

Aníbal Villordo
http://www.ccrp.com.ar/
Mov Part Social Cristiano